Aterrizaje reflexivo

He estado fuera unos dias. Para coger aire y esas cosas.

He cogido soplos de fuerza.Me he puesto el pijama rosa que estudió mucha historia y me lo he traido para aquí. Lo usaré como "penyora" y así no tendrá más remedio que volver a su lugar de origen, o unas calles más para allá.

He memorizado las rayas de los pasos de peatones. Los colores púrpura de la ciudad que en hinvierno se esconde. Absorbida por la niebla, despejada por la lluvia.

Los hornos traen pasta de pueblo de buena mañana, y el McDonals indica que todo crece.

Nada se para. He pasado mucho tiempo en horizontal y la sangre no me llegaba a los pies. Poniendo un pie en los vasos llenos de sonrisas de unos desconocidos que seguramente, pronto, serán intimos del pijama rosa que estudió historia. Estoy segura.

Agiganto mis zancadas con las bambas dublinesas que me regaló y que he chapoteado estos dias porque a ella le hacia ilusión, yo lo se.

Las obras no importan cuando la pulga corre por encima de sus cimientos desechos como si fuera la primera vez que sale a la calle, o a ESA calle.

Mi maleta no sirve, está demasiado llena y las ruedas han andado de lado. De lado no se ve bien. Las cosas mejor adelante. Tengo que cambiar mi maleta, y su contenido. Tengo que usarla otra vez, pronto. Tic tac, tic tac....el reloj me recuerda que me pisa y que tengo que cambiar el albornoz. Esta vez lo quiero púrpura, si lo encuentro.

Y la pared chocolate si yo quiero, y la música alta los fines de semana, y las guerras de cojines sin miedos y echar una pluma al aire y que vuele por el viento que se escurre entre la nada, porque allí no hay nada. Ver el cielo con la cabeza recta sin coger torticulis para ver una estrella el infinito.

Si, esta decidido, tengo que deshacerme de muchas cosas e irme lo más vacía posible. Y sobretodo, ver púrpura. Y pensar que en realidad, no me voy, sino que vengo, porque siempre estuve allí.